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Necrológica

Muere Malcom Deas, maestro de colombianistas, amigo de España (1942 - 2023)

Enseñaba a sus estudiantes (presidentes, ministros, catedráticos, ejecutivos y periodistas entre ellos) el valor de la búsqueda de resquicios, decisiones humanas insólitas y eventos jamás planificados

Ser de época (o no), por Carlos Granés

El historiador Malcom Daes, en una imagen reciente ABC
Manuel Lucena Giraldo

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Malcom Deas recibía en seguida a los estudiantes y no se quejaba nunca de nada. Entre los múltiples rasgos de carácter que lo distinguían, esa accesibilidad personal resultaba, en el contexto de Oxford, una extravagancia. La mayoría de catedráticos y autoridades académicas, los famosos «dons», estaban siempre ocupadísimos, quejosos (con razón) de la carga administrativa inventada por sucesivas oleadas de tecnócratas sin oficio.

Él, en cambio, dejaba la puerta de su oficina entreabierta en el Centro de estudios latinoamericanos de St. Antony's College, casa grande del hispanismo y la hispanidad en la primera universidad del mundo. Si le caías bien, lo frecuente, porque era tan curioso como bondadoso, te invitaba a un «tintico» (café negro en Colombia) y hablaba de libros raros y personajes inesperados.

No mencionaba apenas nada referente a «tu investigación», lo que te había llevado hasta allí y, según pensabas con juvenil y ridículo fanatismo, era lo más importante del mundo. Lo habitual era salir en desconcierto y curado de dogmatismos.

Extraordinario y minucioso lector, historiador atento siempre a las fuentes, formidable escritor (tomaba notas a lápiz), acuarelista, bibliófilo conocido por libreros «de viejo» en varios continentes, el profesor Deas enseñaba a sus estudiantes (presidentes, ministros, catedráticos, ejecutivos y periodistas entre ellos) el valor de la búsqueda de resquicios, decisiones humanas insólitas y eventos jamás planificados.

Su visión de la historia de la América hispana, en especial durante el siglo XIX, cultural, comparada e intelectual, resulta por un lado riquísima en datos y evidencias. Por otra, esa era su escuela, escapaba a cualquier tentación teórica. ¿Oligarcas en los Andes colombianos en 1870? Curioso, «eso qué quiere decir, ni siquiera existía la palabra entonces», sería una de sus típicas -y demoledoras- respuestas.

Su actitud personal, liberal y optimista, tenía que ver, lo manifestó en uno de sus libros magistrales, «Del poder y la gramática» (1993), con su llegada a la vida académica a comienzos de los nefastos años sesenta, cuando las atrocidades del marxismo obligatorio y el cuantitativismo radical anunciaban la actual corrección política. A su interés en la historia como narrativa, sumó una actitud moral avanzada, normalizadora.

Deas, que era muy británico, odiaba la actitud de las oleadas de académicos de baratillo europeos y estadounidenses que, en cuanto aterrizaban en un país hispano (o en España), se transformaban en gurús y se dedicaban a sentar cátedra. Suave pero firme, recordaba en seminarios y conferencias que la democracia es siempre frágil y, en todo caso, la historia de las Américas no era la de Estados fallidos, sino la de elites locales operando en condiciones de extrema dificultad, exitosas sin embargo en la organización a largo plazo de instituciones, mercados y comunidades políticas.

La inyección de autoestima que suponía escucharlo le convirtió, en Colombia en especial, en un historiador popular, seguido en pueblos y provincias por gente humilde, con la que siempre conversaba. El presidente Álvaro Uribe le otorgó la ciudadanía colombiana. Venezuela, Gran Bretaña, Argentina y Ecuador le concedieron importantes condecoraciones. Aunque raramente proyectó sus preguntas e investigaciones al imperio español, colaboró de manera importante en la institucionalización de una nueva historiografía española desde la transición política.

Fue maestro y colega en Oxford de, entre otros grandes historiadores y humanistas, José Varela Ortega, Juan Pablo Fusi, Eduardo Posada Carbó, Nikita Harwich, Fernando R. Lafuente y Carlos Malamud.

Descanse en paz, profesor.

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Manuel Lucena Giraldo es investigador del CSIC y director de la cátedra del español y la hispanidad de las universidades de la Comunidad de Madrid

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