Ladrón de Fuego
Marcos-Ricardo Barnatán: entre Santander y Buenos Aires
«Nos debía un poemario desde hace unos años, y ya está aquí. Se titula 'Ritual', y lleva de atrio un poema derramado donde el autor clausura una temporada en el infierno de un hospital en París»
Cirlot, científico de la sílaba

Nos debía Marcos-Ricardo Barnatán un poemario, desde hace unos años, y ya está aquí. Se titula 'Ritual', y lleva de atrio un poema derramado donde el autor clausura una temporada en el infierno de un hospital en París, donde, según el mismo acredita: «me ... preguntan mi nombre y mi fecha de nacimiento todas las veces que dudan de mí». Se trata de la convocatoria de una lejanía, porque toda enfermedad es una lejanía, y de ahí sale el autor resucitado hasta poner el pie el resto del poemario, que va y viene de los recuerdos de la infancia en Buenos Aires al esplendor de la pintura de José Manuel Ciria o la torre junto al río donde murió Hölderlin.
Resulta que ya todo queda lejos de Santander, donde ahora Marcos vive tan extranjero de aquí mismo, como siempre, y así recuerda las noches venecianas en el palazzo de Arroyo, la triste casa de Kavafis en Alejandría o el ajo de baja cocina que detestó Verlaine. Marcos es una asamblea de muchos hombres que han leído a Jorge Luis Borges, Paul Celan o William Blake. En medio de todo, asoma a menudo la madre ausente, que es la figura luminosa, mayor y mitológica de ese cónclave de pérdidas que acaba siendo toda biografía, si la salud sonríe y no te mata de repente el infarto, o un patinete. Marcos sueña varias veces en este libro con su madre ya ida, a la que ve en algún momento leyendo el poema dedicado hoy mismo a su propia tumba. Estas alquimias del tiempo sin tiempo son muy naturales en Marcos. El libro está lleno de magias semejantes, lleno de sustos semejantes.
Diríase, abreviando, que estamos ante una poesía de la nostalgia, pero una nostalgia cruzada del entusiasmo de la palabra muy escrita, bajo anchuras de una música nobilísima, que da esbeltez a todo verso, y aúpa lo dicho hasta lo intrincado de la revelación, donde desemboca el misterio. Se me ha adelantado Diego Doncel al escribir que este es «un libro para encontrar al Barnatán más desnudo y, por tanto, más verdadero». Así es. Estamos ante un libro más bien breve, donde vive un infinito. Ahí donde Barnatán, desde hace tanto tiempo, ejerce una voz de magisterio.
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