LIBROS
Así es el nuevo libro de Pascal Quignard, premio Formentor 2023
NOVELA
El escritor francés regresa al siglo XVII en 'El amor el mar', una novela soberbia
Pascal Quignard, premio Formentor 2023: «La música y las palabras están siempre en el origen de nuestra salvación»

Qué momento vive la narrativa francesa: Modiano, Le Clézio, Houllebecq, Ernaux, Deville, Reza, Vuillard, Darreusseq. Qué calidad y diversidad presenta cada nombre de los citados, qué excelencia y mimo en el uso de las palabras, de los párrafos, de cada página. Un hecho que ... muestra, también, sus diversas gradaciones, tendencias, sensibilidades, referencias y obsesiones. Pascal Quignard ha vuelto a hacerlo. Regresa con una soberbia novela, valga decirlo desde el principio: 'El amor el mar' (con traducción impecable, y su complejidad era soberana, a cargo de Ignacio Vidal-Folch). Si el lector recuerda 'Todas las mañanas del mundo', ahora llega la plenitud, el instante pleno, el gozo y el dolor. Para Quignard la literatura es la respuesta a un 'décalage', íntimo, singular del escritor. Si vale aquello de Pavese: «la literatura es una defensa contra las ofensas de la vida». Será una respuesta, o un susurro, o un salmo, o un enigma, o un misterio. Se escribe para compensar, cada uno sabe qué. O lo busca.
Ahora, Quignard, con una prosa de elevadas dosis de pasión, barroca y sentimental, precisa y melancólica, intensa y de una belleza deslumbrante, viaja al siglo XVII. Sí, Francia está asolada de epidemias, las malditas guerras de religión campan por la pobre Europa, las hambrunas, las desesperaciones, la ira y la miseria componen un cuadro desolador. Como si hubiera leído la vieja maldición china: «Ojalá vivas tiempos interesantes», conviene insistir en lo de maldición. Porque claro, tiempos así generan una creación imponente, viven en la tensión, en el abismo, en la cercanía de la muerte, en el coqueteo con el desasosiego. Menuda novela la de Quignard. Literatura en estado puro.
Las historias del organista Froberger, Mr. de Sainte-Colombe, Blow –de quien el autor en uno de sus libros menos conocido y más extraordinario, 'Sobre la idea de una comunidad de solitarios' (Pre-Textos), recoge estos versos del coro de Venus and Adonis, 1683: «Un nombre no es más que un recuerdo/Un nombre no es más que una promesa»–, la princesa Sibylle de Wurtemberg, todos reales junto con el gran hallazgo de la novela: los dos protagonistas, ficción encumbrada en la apoteosis del barroco, la finesa Thullyn, quien tiene en la tiorba su modo de expresar su vida y el genio del laúd, Hatten. Ambos forman una pareja literaria que bien merece entrar en el Salón imaginario de los inmortales ficticios.
La música recorre cada momento, los ecos de Purcell, Bach, las creaciones de Froberger, las estancias, los conciertos, los momentos de ansiedad ante la partitura en blanco, el placentero enajenamiento a la hora de crear, las idas y venidas por una Europa en llamas, el mar como fondo infinito de sombras y anhelos y el amor, ese amor a los ojos, ese amor surgido de las notas divinas que buscan en la pintura, en los libros su insoslayable correspondencia y el tobogán fatal, el carrusel del amor porque, como escribió Katherine Philips: «Uno desea solo./ Uno sueña solo./ Uno nace solo./ Uno muere solo». Hatten y Thullyn se buscan y se separan, poseen, o provocan. el uno para el otro, en medio de sublimes interpretaciones musicales, una emoción sin contornos, una intensidad que fulmina los modos y las formas. Una obra que confirma que la gran literatura francesa ha vuelto, si es que alguna vez se fue.
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