Mormonísimo

Aupada por actores jóvenes —Jan Buxaderas, Alejandro Mesa, Aisha Fay o ese careto divertidísimo de Nil Carbonell —y un elenco sorprendentemente sólido, las dos horas de la obra vuelan. Ahí convive la crítica a la religión, al colonialismo y a la dificultad—reverso cómico de la excepcional ‘Silencio’ de Scorsese —de trasladar un dogma a otras culturas. Y las grandes canciones: ‘Qué tal’, ‘Hasa diga eebowai’ o ‘El profeta americano’.

Desde la muerte de Jesucristo se tardaron doscientos ochenta años en conseguir que un emperador romano, Constantino, firmase el edicto de Milán donde se establecía la libertad de religión y se ponía fin a la persecución contra los cristianos. Los mormones estuvieron a punto de conseguir un hito mayor tan sólo ciento sesenta y ocho años después de la muerte de su profeta, Joseph Smith Jr., cuando el mormón Mitt Romney fue el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos en 2012. ¿Por qué no les prestamos atención desde Europa?

La estafa piramidal de su fundador merece estudio por burda, cutre y efectiva: Cristo viajó a las Américas después de resucitar y allí escribió una tercera parte de la Biblia. Un ‘Libro del mormón’ que un ángel llamado Moroni le entregó a Smith en forma de placas doradas. ¡Pues a evangelizar! Hoy son 17 millones en todo el planeta. Entre ellos los protagonistas de ‘The book of mormon’, Elder Price y Elder Cunningham, dispuestos —¿aguantará su fe?— a convertir tantos ugandeses como puedan.