ARTE
Arte Compacto: «Nuestro podcast es nuestro ocio, todo nuestro tiempo libre. El día que deje de divertirnos, lo cerraremos»
INFLUENCERS DEL ARTE (III)
Juan Ra Sanz y Bernardo Pajares son los artífices de este podcast de arte, en clave LGTBi, que se nutría en sus comienzos de su experiencia en el Museo del Prado y que hoy es mucho más: un programa de radio, un libro... Parte de su vida
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El de Arte Compacto es uno de esos proyectos que se vieron impulsados por el covid. Un podcast centrado en arte, a imagen y semejanza de Bernardo Pajares y Juanra Sanz, 'los compactos', sus responsables (lo que incluye una veta LGTBi innegable), que ... recogía un proyecto anterior aparacado, pero que se relanza estando como estábamos encerrados en casa. Por un lado, contábamos con más tiempo libre. Por otro, ellos aportaban su experiencia como trabajadores del Museo del Prado. Desgranar sus contenidos favoritos del mismo en quince días, el tiempo que iba a durar la cuarentena... Luego, poco a poco, ha ido creciendo, en número de capítulos (pronto alcanzarán el centenar), en temáticas y en su despliegue: ya hay también un programa de radio y un libro en su estela. Quince mil oyentes por entrega. Algunas en escenarios con público. Tiramos con ellos del hilo y vemos hasta dónde llega.
—¿Cómo nace Arte Compacto?
—Bernardo Pajares: Pues en un viaje a Roma en 2018, cuando nos estábamos conociendo. Era el primero que hacíamos juntos y yo le pedí grabar a Juanra el viaje en episodios cortos y soltarlos en internet, en un formato de podcast de 15 minutos por episodio. Yo había empezado Arte Compacto en 2013, publicando una especie de quesitos de audios de cuatro minutos en los que yo, que no tenía formación en Historia del Arte, pero que ya trabajaba en el Museo del Prado, comentaba obras de arte, comentaba cuadros. De ahí el nombre, 'Arte Compacto', porque era una cosa cortita, cuando casi no había podcasts. Publicaba uno a la semana, y dejé de hacerlo porque al final estudié un máster de radio y lo que me provocó fue que ese proyecto no casaba con un podcast. Empecé a colaborar con podcasts de cine, pero el mío de arte nunca murió, aunque publicaba muy de vez en cuando.
—El caso es que le dio una segunda oportunidad...
—B. P.: Cuando conocí a Juanra dije, «oye, esta es la mía». Siempre me ha gustado la oralidad, que me cuenten historias al oído. Él no había hecho nunca nada parecido, pero le puse el micrófono delante en el viaje a Roma y fue muy divertido. Siempre me decía que no era buen momento: «¿Ahora? Pero si acabamos de comer». «¿Ahora? Pero si estamos saliendo del museo». Y yo: «Ya. Pues es que esto es lo que mola, que estamos de subidón. Que estamos saliendo de la Galería Borghese, acabamos de ver a Bernini, me acabo de volver loco con el 'Rapto de Proserpina'». Yo iba a poner la emoción de lo que acababa de ver, nunca había estado aquí. Él había estado cinco veces, iba a poner contexto a Bernini, a Borromini, la escultura... Y así fue. Al volver a Madrid, digamos que se fue haciendo algo regular. Veíamos exposiciones y de algunas publicábamos episodios. Sí. Y nunca encontrábamos el momento para que esto tuviera periodicidad... Hasta el confinamiento.
—El famoso confinamiento.
—Juanra Sanz: Fue el primer día de confinamiento, sí. Hace cuatro años. Yo estaba yendo a la oficina para coger cosas para los quince días que íbamos a estar en casa. Iba caminando y te mandé un mensaje. Y te dije: «Oye, estoy pensando que, si te parece, a partir de ahora, como son quince días, realicemos quince capítulos. Uno al día, contando en veinte, en veinticinco minutos cada día, una obra de arte del Museo del Prado» Y así lo hicimos. Y claro, según se fue alargando el confinamiento, pasamos a sacar uno cada dos días. Y luego ya uno a la semana.

«Nos sorprendió cuando empezamos a hacer directos con público, porque venía gente, sobre todo joven, que nos decía que gracias a escucharnos habían salido del armario. Nunca estuvo en nuestra intención ser ejemplo de nada»
En cuanto empezamos a publicar vimos que las escuchas subían un montón. Y que se generaba un vínculo muy estrecho con los oyentes en redes sociales. Que la gente lo compartía y que nos pedía más. Que nos daba ideas de temas y aportaba información. Y dijimos: «Jo, esto a la gente le interesa. Estamos encontrando aquí un espacio». Mucha gente nos decía «estoy deseando que nos dejen salir para ir al Prado porque hace años que no iba. Con vosotros estoy viéndolo de otra manera». «Voy a ponerme vuestros audios cuando vuelva al museo». Fue muy bonito.
—B. P.: Y a la vez justo yo empecé a trabajar en comunicación en el Museo en esa época. Yo estaba como disociado porque a la vez estaba contando cosas en el podcast y empecé a hacer directos de Instagram en el museo. Fue muy bonito para mí.
—O sea que Bernardo era un periodista que no está especializado en arte que convence a un historiador del arte que no está especializado en comunicación.
—B. P.: Sí. Y así es como sale el proyecto. Total. Estamos hablando cuatro años después de aquello, ¡madre mía!
—J. S.: Y más de diez después de que naciese, realmente. El nombre al menos. Ese nombre que a mí me atormenta. No tiene nada que ver con lo que es hoy. Pero ahora somos 'los compactos'.


—¿Qué es hoy el podcast?
—B. P.: Pues hoy es otra cosa. Porque es algo mucho más grande y mucho más natural también. Este proyecto no nace con la intención de triunfar. No nace con una intención de vender y no vivimos de él. Somos súper libres y lo hacemos por amor al arte. Hacemos lo que nos gusta. Durante la pandemia sí que hubo esos días de dedicarnos a hablar más sobre el Prado. Pero enseguida se ha ido hacia algo mucho más natural, que es lo que somos nosotros. Y ya está. Seguimos hablando del Prado muchas veces porque hay muchas obras que conocemos muy bien y nos encantan.
– J. S.: Para mí, personalmente, el podcast ha sido básicamente una forma de canalizar mi deseo de enseñar. Yo siempre he querido ser profesor de Historia del Arte. Yo estudié Historia del Arte para ser profesor. Nunca pensé en dedicarme a los museos. Al final estoy en un museo y estoy trabajando encantadísimo en el Prado. Pero realmente necesitaba en parte enseñar a la gente. Me apasiona. A través del podcast, lo hago encantado. Y ahora este es un proyecto mucho más grande. No solamente es el podcast. También estamos en Radio Nacional de España todos los sábados, en Radio 5. Tres temporadas ya. Allí lo que hacemos son entrevistas a gente que entendemos que no tienen cabida habitualmente en los grandes programas de la radio, de la televisión. Es un proyecto diverso de cultura diversa. Somos nosotros hablando de los temas que nos apasionan y siempre tiene algo que ver la Historia del Arte.
—B. P.: Para mí también es una excusa muchas veces para volver a leer mitología, para volver a leerme un libro que me gusta, aprender sobre un autor o una autora, Leonora Carrington, por ejemplo. Fui a ver la exposición de la Fundación Mapfre y salí fascinado. En mayo publicamos un libro con Penguin que se llama 'Pasiones creativas'. en él hablamos de pasiones, de personas unidas por la pasión que han creado obras de arte.
—¿Quién les escucha?
—B. P.: Nos escucha, sobre todo, gente de nuestra edad, cerca de los cuarenta. La gente joven nos escucha mucho. Últimamente en el museo la mayoría de becarios y becarias que llegan enseguida me dicen: «¡Ah, eres Bernardo el de Arte Compacto». Y es gente muy joven. Y de todas partes. Sobre todo de España, pero también muchísima gente en México. Además de saberlo por redes sociales, también lo sabemos por los directos, pues hacemos grabaciones con público cada mes. Y mucha gente del colectivo LGTB también. Porque somos naturales, hablamos de lo que nos interesa, y entonces aparecen siempre nuestros temas, referencias a lo LGTB. Y no podemos evitarlo, ni queremos evitarlo.

«Nos hemos planteado dejar la radio, quedarnos con el podcast solamente. Lo realmente difícil que hemos hecho en Arte Compacto ha sido escribir el libro»
—J. S.: Esto nos sorprendió cuando empezamos a hacer directos con público, porque venía gente, sobre todo gente joven, que al terminar nos decían que gracias a escucharnos en el podcast habían salido del armario. Y nos sorprendió porque nunca estuvo en nuestra intención el ser ejemplo de nada, pero claro, es lo que pasa cuando hablas desde tu casa. Y yo me refiero a mi pareja, y hablamos de nuestras familias, porque mezclamos siempre nuestra vida privada también, la verdad.
—B. P.: Claro, pues igual yo hablo de un ex que me pidió matrimonio en la Torre Eiffel poniéndome un donut en el dedo, que esto ocurrió. Y si hablamos de la Torre Eiffel, pues cuento esto, cuento que para mí la Torre Eiffel huele a donut. Y tenemos un episodio que se llama así, que es el más escuchado además. Sí, porque además creemos que la forma de contar la Historia del Arte de la Academia está muy bien. Pero también hay otra forma de contala y es apelando a los sentimientos y a las pasiones de cada uno. Habrá mucha gente a la que le parezca, quizá, que lo que hacemos es superfluo. O demasiado popular. Para mí es que el arte tiene sentido cuando despierta emociones, cuando genera recuerdos. Es como cuando ves una buena película con alguien y te acuerdas de en qué cine la viste, con quién estabas.
—Eso enlaza con mi siguiente pregunta, porque es cierto que ustedes prometen, noticias de salseo en el arte, contenidos LGTBI, cosas que les tocan.
—B. P.: Son estrategias que se acomodan bien a contenidos como estos y las propias redes sociales permiten que así sea. Es el propio formato del podcast conversacional el que permite que entren temas que a lo mejor son duros y áridos. Pero si te lo cuentan dos personas que están mezclando eso con su vida, con temas divertidos, con un chiste... Las experiencias vitales, las pasiones, los sentimientos, la muerte, el anhelo de inmortalidad, cualquier sensación que hayamos sentido cualquiera de nosotros está en el arte. ¿Por qué? Porque nace de esas pulsiones. Una obra de arte te transmite algo. Y no te transmite algo porque sea de 1624. Te transmite algo porque lo ha hecho un humano y lo ha hecho con alguna intención muy humana. Entonces, interpretarlo desde un punto de vista humano me parece que se presta a ello, claro. Y efectivamente, una conversación entre una pareja real de chicos de Madrid que trabaja en el Museo del Prado y que lo hace con toda la naturalidad que podemos, pues encaja.
—J. S.: Cuando hemos tenido que hablar de un tema que a lo mejor no lo habríamos elegido nosotros, en la radio a lo mejor ha pasado, yo es que lo hago peor, mil veces peor. Cuando no tengo pasión por lo que estoy soltando, pues, es que se nota mucho. Muchísimo. Esto va un poco contra los historiadores del arte, pero son los que ponen esas pátinas tan elevadas a las cuestiones del arte. Pero tampoco es que los historiadores del arte descarten por completo estas cuestiones más mundanas o anecdóticas, pero no es normal que la anécdota se convierta en el centro del ensayo.
—Volviendo a las audiencias, supongo que no hay un único oyente del podcast o receptor. ¿Notan que llegan a públicos que no son los que luego entran en la sala de arte, que no son los que leen ABC Cultural?
—B. P.: Yo creo que es complementario. Hay gente que es muy oyente de podcast y va poco a museos y lee poco sobre arte, pero le encanta los podcast. Yo entraría en ese tipo de público. Si me caen bien quienes hablan, yo me pongo el podcast. Sí. Y luego también hay muchísimo trabajador de museos. A lo mejor se sienten como en una conversación con amigos. También hay muchos artistas que se ponen el podcast mientras pintan, que nos mandan los vídeos. Y luego hay mucha gente que se desencantó con el arte en algún momento por algún motivo y que ahora vuelve a él. Eso es súper bonito. Nos encanta cuando nos envían alguna foto yendo a un museo del que hemos hablado...


—J. S.: Gente que conduce, que tienen trayectos largos en coche y se ponen episodios... Cuando empecé, Bernardo siempre me decía: «Tú intenta explicarlo como si tuviese que entenderlo tu madre o la mía». Al principio tenía que visualizar un poco ahí a su madre para hacerme la idea.
—Son ya unos ochenta episodios. ¿No llega un momento en el que también se sienten forzados a hacerlos?
—B. P.: En radio, siempre hay temas que nos interesan, siempre hay alguna exposición que nos ha gustado, algún profesional de un museo que nos apetece entrevistar, algún artista. Lo que nos falta es tiempo. Y el podcast es que hacemos uno al mes. O uno cada 15 días. Y siempre hay algún tema del que apetece hablar. Tenemos un trabajo a tiempo completo los dos en el museo y no tenemos todo el tiempo que nos gustaría para dedicar al podcast y a la radio. Porque en la radio tampoco tenemos equipo. Somos él y yo. Nos hemos planteado dejar la radio, quedarnos con el podcast solamente. Lo realmente difícil que hemos hecho en Arte Compacto ha sido escribir el libro. Ir a la radio cada semana, grabar un podcast cada mes, ir al museo todos los días y además escribir un libro ha sido como una locura. Y tenemos temas, tenemos un listado de temas, una nota compartida que tenemos en el móvil. Nos sobran temas.
—¿Cómo nace un episodio?
—B. P.: Pues de manera súper espontánea. En cualquier circunstancia. El otro día íbamos andando hacia una feria de arte y dijimos: «¿De qué hablamos en el próximo directo con público?». Teníamos una idea y le dije: «Yo sinceramente prefiero hablar de Cupido». Y a raíz de ahí, cada uno se prepara su parte sin contarle al otro lo que está preparando, pero no como táctica, sino como una cuestión de supervivencia. Creo que eso también es una clave de la naturalidad, ¿no? El escuchar por primera vez durante el momento de grabación. Y poder reaccionar sinceramente a lo que estás contando sin saberlo. Si viene alguien, nosotros tenemos un papel más de hacerle preguntas, de poner contexto, de ser el papel del oyente. Y si lo preparamos él y yo, Juanra sabe más, así que yo igual me busco unas lecturas, también aporto algo.
—J. S.: Y luego hay temas que tenemos ahí constantes, biografías de ciertos artistas que nos encantan y las vamos leyendo muy poco a poco, en vacaciones y tal, y no hacemos nada hasta que sentimos que realmente estamos preparados, que es a lo mejor dentro de seis meses o un año.
—¿Qué aporta un soporte como este? Es decir, ¿qué diferencia hay entre el podcast y la radio, por ejemplo?
—B. P.: Para mí, el podcast es básicamente libertad en todos los sentidos. Yo puedo decir lo que quiera, durante el tiempo que quiera. En el podcast no hay guion. Tenemos notas, evidentemente, con datos e información, libros y cosas, pero no guion. Y en la radio sí que trabajamos con él. Aunque en la radio nadie nos controla, tenemos una responsabilidad, claro.
—J. S.: Y, sin embargo, en el podcast también sentimos esa responsabilidad, pero es contigo mismo nada más.

«Hoy el podcast es otra cosa. Porque es algo mucho más grande y mucho más natural. Este proyecto no nace con la intención de triunfar o de vender, no vivimos de él. Somos súper libres y lo hacemos por amor al arte»
—B. P.: La principal diferencia es que en la radio juegas con unos códigos de sonido que el oyente identifica como radio, tienes unos indicativos, vas de boletín a boletín, tienes que poner música, de vez en cuando un colchoncito musical, al menos instrumental, para que la palabra no se haga tan dura. Si alguien pone la radio por casualidad, intentas repetir de qué estás hablando cada equis tiempo para ese que se ha conectado tarde. El oyente casual. Y en el podcast es que tú te diriges a alguien que ya le ha dado al play, que ha visto el tema y ha dicho: «Quiero escuchar esto», jugando con la ventaja y la desventaja del algoritmo de Spotify o de la plataforma donde te escuchen. Entonces tienes que jugar todas tus armas para que se queden, para que le den al play y se queden en ese episodio y en los que vienen. Para mí esa es la clave.
—Hubo una inflación en su momento de blogs y luego la fiebre cayó. Yo no sé si ahora también vimos una inflación de podcast.
—B. P.: Yo creo que el podcast es algo que ha venido para quedarse. Y lleva mucho tiempo aquí. Nosotros llegamos en 2013, pero los podcasts llevaban ya un tiempo. En España, pocos, pero había en el extranjero. Y ahora es verdad que estamos en una burbuja, que todo el mundo tiene un podcast o tres. Antes tú mencionaste la regularidad. Es la clave. Y aquí voy un poco a los directos de Instagram del Museo del Prado. Hay muchos museos ahora que hacen directos, pero, ¿cuántos hacen: Uno a la semana, uno al mes? O de vez en cuando: así no fidelizas. El Prado hace directos cinco días a la semana, de lunes a viernes, y un directo extra los miércoles en inglés. Por eso tiene una audiencia tan fiel, porque llevamos desde 2017. Y el podcast es igual, fidelizas cuando el oyente sabe que si va a tu cajita en la plataforma donde te escuche, va a tener un episodio nuevo, lo que hayáis pactado, cada semana, cada quince días, cada mes. Si publicas tres de golpe y luego desapareces, a lo mejor tienes a un invitado estrella o un tema que triunfa mucho, pero si luego no sigues, no fidelizas y desapareces. Nuestra intención es seguir estando.
—¿Qué podcast les interesa a ustedes?
—J. S.: Yo no escucho podcast. Escucho de forma semanal a Isaac Calderón. Escucho muy poco más, la verdad.
—B. P.: Lo que nos diferencia es precisamente lo que decía antes, lo de ser naturales, lo de ser totalmente nosotros mismos. Yo creo que no hay otro podcast de arte de una pareja de chicos homosexuales que trabajan en el Museo del Prado y que hablen tranquilamente en su salón. Y yo escucho de todo. De Historia del Arte escucho poco. Escucho a Carmen Corbera, que tiene un podcast que se llama 'El Mundo del Arte', en el que en cada episodio entrevista a un profesional y lo hace muy bien. Tengo el oído puesto en los podcasts que hacen los museos, como el Thyssen o el Cerralbo, museos internacionales también, como el British. Y luego muchos podcasts de cultura pop, de música, escucho de forma semanal 'Puedo Hablar', 'Las hijas de Felipe'.... Estoy todo el día escuchando podcast o la radio porque me encanta que me cuenten historias. Entonces me quedo con los que me cuentan historias como a mí me gustan, que sean un poco desenfadados, que los sienta como algo natural.
Las instituciones y muchas webs también solo escritas de repente se pasan al podcast o añaden el podcast porque acercan lo que haces a tu consumidor. Lo contaban los periodistas de Je ne Sais Pop, Sebas y a Claudio, que ellos escriben desde hace muchos años críticas de música y entrevistan a grupos y son referentes en el mundo pop indie. Los lectores les percibían como unos estirados bordes que ponían bien a La Casa Azul y ponían mal a Fangoria, o bien a Madonna y mal a Taylor Swift. . Pero desde que tienen el podcast ya caen bien, porque les escuchan a ellos dos. Y caen bien porque les perciben espontáneos, divertidos, se les percibe como personas.
Y esto pasa también con las instituciones, claro: en el momento en el que una institución no es solo el edificio, sus obras de arte, eso que impone tanto. Es como el directo de Instagram, una voz de una persona amable, ves la cara de un conservador, de una restauradora que te lleva y te dice: «Mira esto, cuando estaba restaurando esta obra vi que había una huella y me emocioné», ¿no? Te emocionas tú también y ya percibes a la institución de manera diferente. Yo creo que por eso instituciones como el Thyssen o otros museos se lanzan al podcast y a acercar también su contenido y sus obras a las redes sociales, porque es una manera de que amabilice.
—Y ustedes, ¿por qué hacen esto y hasta cuándo? ¿Esto se hace por dinero, por prestigio, porque se lanza uno a otras plataformas desde esta plataforma?
—B. P.: ¡Qué buena pregunta! En nuestro caso lo hacemos por divertirnos. Es exclusivamente una diversión. Es nuestro ocio. El día que dejemos de pasárnoslo bien, no lo haremos. De hecho, literalmente, ocupa nuestro tiempo libre. Y dinero no, en absoluto. Cubrimos gastos, porque al final tienes que renovar equipos, micrófonos, tener un fotógrafo para que las fotos de las cosas que haces con público estén bien, tener unas carátulas... Los viajes para ir a museo... ¿Y hasta cuándo? Pues hasta que haya alguien que quiera escucharnos, ¿no? O que no podamos más.



—J. S.: A lo mejor llega un día en el que decimos que ya no podemos más. Ya está. Digamos que estamos agotados, puede ser. En nuestro caso, ha ido muy poco a poco, pero realmente nunca ha parado de crecer. La cifra de oyentes sube y la gente nos envía mensajes tan bonitos, nos dice que ayudamos a amar el arte, que les hacemos descubrir cosas que no conocían, que te anima a seguir también. Si en algún momento nos cansamos mucho, pues podemos dejar la radio o dejar los directos y mantener el podcast. Sí, yo creo que lo último que dejaríamos sería el podcast.
—¿Y lo pueden compatibilizar dentro del trabajo?
—B. P.: ¿Te refieres a tiempos? Estamos agotados Esa es la verdad, agotados. Pero bueno, nos vamos pronto de vacaciones y no vamos a hacer nada del podcast. Que sí que ha habido viajes en los que eran para desconectar y luego: «Ya que estamos aquí, vamos a grabar». Mientras lo hagamos, surja de nosotros, porque queremos hacerlo, estará bien también. Fuimos de luna de miel a México. No íbamos a hacer nada del podcast, pero luego a la vuelta sí que preparamos alguna cosita.
—¿Hacia dónde va el podcast?
—B. P.: Es que como lo hacemos por diversión, los proyectos que nos vayan llegando y que nos diviertan, a esos diremos que sí. Tenemos uno en la Academia de Cine este año. Sí. Y alguna cosita más por ahí. Vamos a ir a Colombia también, al Festival Gabo, a hacer un episodio. ¡Es que el podcast solo nos da cosas buenas! Aparte de cansados, estamos encantados.
—J. S.: No tenemos una ruta marcada. Como no es nuestra fuente de ingresos, ni es nuestro proyecto profesional, realmente lo hacemos por diversión y nos dejamos llevar. Y realmente, si no tuviésemos un trabajo, yo estaría centrado en que el podcast tuviese vídeo ya. En eso vamos tardísimo, Es que hablamos de arte sin fotos, que es una cosa que era bastante chocante. Meter vídeo y publicar reels, ¿no? Tener unos fragmentos del podcast destacados de minutos, de 30 segundos, y sacar clips del podcast para llegar a las redes, ¿no? Pero claro, llegas a un consumidor de redes que lo que quiere es el reel, es ver el vídeo y compartirlo. Pero ese oyente no se va a convertir en un oyente del podcast. Las cifras de los podcasts nunca son tan altas. No subiríamos tanto y tampoco lo necesitamos. Y yo creo que en el momento en el que metes vídeos tienes que meterlos bien. Tiene que ser un vídeo bien iluminado, bien hecho... No hay tiempo...
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