Los mejores y los olvidados
Lo de Eduard Fernández y el mejor actor, por lo que sea, en este caso por 'Marco', no era cuestión de ningún sentido concreto, sino de sentido común. Como el premio a Carolina Yuste, imbatible, lo mejor del año
Los Goya de las sorpresas premian 'ex aequo' a 'El 47' y 'La infiltrada'
Los Goya son los Velázquez
La noche se había salvado mucho antes de que terminara la ceremonia, con un premio de honor (Aitana), con un premio de gran lucidez (Salva Reina) y con otro de gran sensibilidad (La Tania). Lo de Aitana Sánchez-Gijón salva cualquier gala por rutinaria que ... sea; lo de Salva Reina era un golpe de kárate a la rutina de premiables que la Academia derrocha habitualmente sin exprimirse la imaginación y el premio a la mejor canción, 'Los Almendros', que La Tania le brinda a Yerai Cortés y a su guitarra flamenca es algo que no necesita premio porque entra tan adentro como un beso, como un insulto, como una maldición.
Aitana Sánchez-Gijón recogió su gran Goya el mismo año que Richard Gere, y dijo que era el amor de su vida, pero lo cierto, lo que llegaba, es que Richard Gere recogió su Goya el mismo año que ella, una mujer, una actriz, una señora que está tan por encima de la línea de flotación que se diría que surfea con elegancia su profesión, a la cámara y a la pantalla. Salva Reina es un actor sublime, de una naturalidad que rompe las costuras del plano, tan sencillo y eficaz en su modo de hacer reír y tan genial, inesperado y útil en ese magnífico personaje que interpreta en 'El 47', una película que tenía tantas cosas que premiar y que esa, la de Salva Reina, de las mayores, de las principales, no era tan fácil de ver si no llevabas puestas las gafas de un gran cinéfilo, algo que los miembros de la Academia no siempre se atreven a llevar puestas.
Lo de La Tania, su canción hermosa, su voz inimitable y el tapón que le pone a la película de C. Tangana era solo una cuestión de buen gusto, de buen oído, de un tipo de olfato que no satisface cualquier olor de moda.
Y esa misma ola del buen gusto y del buen oído es en la que se subió Javier Macipe para ganar su Goya como mejor director novel con esa película que te coge de espaldas y te de la vuelta que es 'La estrella azul'. Lo de Eduard Fernández y el mejor actor, por lo que sea, en este caso por 'Marco', no era cuestión de ningún sentido concreto, sino de sentido común. Como el premio a Carolina Yuste, imbatible, lo mejor del año. El resto, fue quitarle premios a 'Los destellos', de Pilar Palomero, que les negaron muchos, como a 'Escape' de Rodrigo Cortés, que jugaban en otra liga.
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