Adelanto editorial de 'Objetivo: democracia', premio Espasa de Ensayo: un compromiso de militancia democrática

«Es la hora de reivindicar y divulgar la Transición porque la democracia es como montar en bicicleta: si dejas de dar pedales, te caes al suelo. Hacia la izquierda o hacia la derecha»

Juan Fernández-Miranda gana el Premio Espasa de Ensayo con una crónica sobre el regreso de la democracia a España

La actriz Lola Gagos repartiendo propaganda de Unidad Popular para las elecciones generales, en un coche por la Gran Vía de Madrid Archivo ABC

Es la hora de reivindicar y divulgar la Transición porque no es posible querer lo que no se conoce. Y como dos garrotazos para nuestra memoria, este año han fallecido Fernando Suárez y Victoria Prego. El ponente que defendió en las Cortes franquistas la Ley para la reforma política que permitió convocar las elecciones de 1977 y la periodista que ya en los años noventa divulgó la Transición. Más allá del dolor personal, sentí y siento sus ausencias como dos puñaladas. De repente, se nos han ido dos grandes nombres propios de aquella etapa. Afortunadamente, aún viven muchos protagonistas de la época, también un buen puñado de aquellos periodistas, pero las muertes de Fernando y Victoria -en este último caso siendo además demasiado joven- fueron para mí como dos aldabonazos que me hicieron reflexionar.

Previamente, el 20 de diciembre de 2023, había publicado en este periódico un artículo sobre los cincuenta años del atentado de Carrero Blanco. En concreto, sobre cómo se gestionó desde el Gobierno aquella crisis hasta que Franco decidió nombrar sucesor a Carlos Arias Navarro. Escuchando y leyendo a los lectores, ese día fui consciente, no sin sorpresa, de que había mucho interés por recordar aquello y, a la vez, de que existía un gran desconocimiento. Y así es como me convencí de que en los años sucesivos tenía que perseverar en la publicación de artículos temáticos sobre esa etapa en ABC.

'Objetivo: democracia'

  • Autor Juan Fernández-Miranda
  • Editorial Espasa
  • Precio 21,90 euros
  • Número de páginas 352

Dentro de trece meses se cumplirán cincuenta años de la muerte de Francisco Franco. A partir de ahí, los medios de comunicación y las editoriales iniciaremos una competición por recordar hito a hito el medio centenario de los acontecimientos que se precipitaron en España entre 1975 y 1977, cuando por primera vez en 40 años los españoles pudieron votar en libertad: la proclamación de Don Juan Carlos, sus peleas con el búnker para nombrar a Torcuato Fernández-Miranda y a Adolfo Suárez, la valentía del cardenal Tarancón, los avances aperturistas de Manuel Fraga, la aprobación de la Ley para la reforma política, el asesinato de José María Araluce, el regreso de Santiago Carrillo, la legalización del PCE, la irrupción de Felipe González, los atentados de Atocha, las primeras manifestaciones, la renuncia de Don Juan, el fin de los exilios, el ruido de sables en el Ejército, y, al fin, las primeras elecciones. Los ciudadanos acompañaron a una clase política que, liderada por Juan Carlos I, supo ceder para situar a España a la altura de los tiempos y de los países de nuestro entorno. Al fin éramos ciudadanos de una democracia liberal, como los franceses, como los ingleses, como los europeos. En nuestro caso, bajo el paraguas de una Monarquía parlamentaria que quedó ya indiscutidamente vinculada a la democracia.

Los diecinueve meses que separan la muerte del dictador de las primeras elecciones generales fueron un proceso político perfecto que permitió desmontar un régimen autocrático y entregar el poder al pueblo en tiempo récord. Es la primera fase de la Transición, en la que el padre de Felipe VI cedió la soberanía nacional al pueblo español, que no falló a la cita y eligió a sus representantes para empezar a construir el nuevo sistema político. Fue un proceso vertiginoso y apasionante en el que la ciudadanía transitó por todo tipo de emociones: esperanza, miedo, alegría, incertidumbre, lágrimas y, sobre todo, ilusión. Mucha ilusión. Esa fue la aportación de una sociedad que arropó y acompañó a la clase política en ese viaje hacia el futuro en el que Don Juan Carlos estableció la estación de destino, Fernández-Miranda diseñó el tren y las vías, y Adolfo Suárez pilotó la locomotora. Un triángulo virtuoso al que poco a poco fueron incorporándose terceras personas, con especial mención a Santiago Carrillo, Felipe González y Manuel Fraga.

'Objetivo: Democracia' llega a las librerías el próximo martes acompañado de un reto: los que nacimos en democracia debemos coger el testigo de nuestros mayores y reconocer su legado. Los que, parafraseando a Felipe González, preferimos ser hijos de la Transición que nietos de la guerra civil tenemos que asumir un compromiso de militancia democrática. Ya no vale con dar las cosas por sentadas. Es la hora de reivindicar y divulgar la Transición porque la democracia es como montar en bicicleta: si dejas de dar pedales, te caes al suelo. Hacia la izquierda o hacia la derecha, y en el suelo no hay libertad. ¿Se suma usted?

Reproducimos la 'Introducción' del libro de Juan Fernández-Miranda

«España toma aliento»

Franco ha muerto. España toma aliento. El mundo observa. A lo lejos, el futuro, un punto de luz al que hay que llegar arrastrando el peso de un pasado demasiadas veces fratricida. En el medio, aquí y ahora, una persona y una frase en el ambiente. La persona es Don Juan Carlos de Borbón, treinta y ocho años. La frase es del dictador, cuyo cuerpo yace en la cama de un hospital público de Madrid que él mismo fundó: «Todo está atado y bien atado». Lo demás son incógnitas. ¿Qué está atado? ¿El sistema político que ha regido en España durante los últimos treinta y seis años? Y en tal caso, ¿quién anuda ese lazo?, ¿cómo mantenerlo con el dictador muerto? Y, sobre todo, ¿para qué? Surgen las dudas, los temores. Pero hay algo más: esperanza. Una esperanza tupida por el aroma paralizante del miedo al pasado y a algo peor: a nosotros mismos. ¿Realmente estamos los españoles condenados a enfrentarnos? ¿Es el duelo a garrotazos de Goya una verdad esculpida en el mármol de la historia? ¿Es cierto, como escribió Machado, que una de las dos Españas ha de helarte el corazón? La realidad es que no: nada está escrito. Nada está decidido.Después de siglos de decadencia, y ochenta años después de que el Imperio español implosionara devolviéndonos a nuestra dimensión natural y de que nuestra intelectualidad le pusiera nombre -el Desastre del 98-, España tiene una oportunidad para ponerse a la altura de su entorno y a la altura de la historia: la libertad, los derechos humanos, Occidente. Es 20 de noviembre de 1975.

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