Lydia Cacho: «Decidí enfrentarme al poder y por eso estoy en el exilio»
La reportera, amenaza de muerte en su México natal, repasa su biografía en 'Cartas de amor y rebeldía'

Llegaron diez policías armados y cortaron las calles. Fue un despliegue tan escandaloso que los escoltas de Lydia Cacho (Ciudad de México, 1963) se quedaron paralizados. Iban a por ella por haber desvelado en 'Los demonios del Edén' una trama de pornografía ... infantil y pederastas que implicaba a poderosos empresarios y políticos: «Me mandó secuestrar el gobernador del estado de Puebla. Me subieron a un auto y sufrí todo tipo de torturas durante 24 horas. En un juicio expedito, me declararon culpable de haber difamado a estos pederastas».
Todo ocurrió en 2005. «Esta red compraba a niños y niñas por cuatro o cinco mil dólares, les llevaban a fiestas que organizaban en Cancún y les violaban. Publiqué los nombres de todos los implicados y me amenazaron –recuerda la reportera mexicana, ahora radicada en Madrid–. Pero luego les fui ganando juicios y empecé a meterlos a todos en la cárcel, uno a uno. Hasta que el año pasado, aquí en el exilio, logré que detuvieran al gobernador que me mandó torturar». Esta no ha sido la primera ni la última vez que ha sufrido amenazas por su trabajo como periodista.
«He salido y entrado varias veces porque he sufrido varios atentados, pero en un momento decidí que no me iba a seguir haciendo la valiente, a ver qué pasaba. La última vez fue el 23 de junio de 2019. Unos sicarios entraron en mi casa y mataron a mis perros. Iban a por mí. Por suerte mi avión había llegado tarde y pude salir del país en otro vuelo. Desde entonces, no he vuelto, ni puedo. Vivo con el síndrome de la exiliada, como me dijo mi terapeuta. Me diagnosticó depresión porque tengo el corazón partido por la mitad, aunque suene muy cursi. No es lo mismo salir voluntariamente en busca de una vida mejor que ser expulsada de tu país...».
«Pensé: si alguien va a contar mi historia, toda mi historia, quiero ser yo. Es casi un último deseo»
Autora de más de una decena de libros, que incluyen reportajes de investigación pero también ensayos sobre el amor o poemas, Cacho presenta ahora 'Cartas de amor y rebeldía' (Debate), una suerte de diario compuesto por las notas que comenzó a escribir a los 12 años y cartas enviadas a familiares y amigos. «En muchos sentidos, es un libro periodístico. He recopilado todos estos datos, los he unificado y en ellos me explico como periodista, como defensora de los derechos humanos y como feminista. Pensé: si alguien va a contar mi historia, toda mi historia, quiero ser yo. Es casi un último deseo».
Así que en estas páginas Cacho cuenta y se cuenta. Su entrada en el mundo adulto, cuando abandonó el colegio para abrirse camino en el mundo del cine y la publicidad: «Mis padres tenían razón en que no estaba preparada, pero no me arrepiento». Su incursión en el mundo del periodismo: «Mis primeras amenazas las recibí cuando hice las investigaciones sobre lo que ahora conocemos como el 'narcoestado'. O cuando entrevistaba a mujeres maltratadas y sus maridos intentaban hacernos callar con machetes. Aprendí muy pronto que había que protegerse. Empecé a hacer periodismo porque la gente confiaba en mí. Me di cuenta de que podía contar las historias de gente que estaba silenciada. Ahí es cuando supe que valía la pena, que mi vida era el activismo ».
Porque para Cacho periodismo y activismo son compatibles, pese a que son muchos los que desde hace 35 años llevan diciéndole que tiene que elegir. «Ningún periodista es objetivo. Cuando hago un reportaje, no tengo que opinar, trabajo el tema y me documento. Pero además yo tengo una vida, y en mi vida mi manera de ser ciudadana es ser activista feminista. Tengo derecho a eso. Ahora bien, yo soy muy honesta con mi trabajo periodístico. Tengo muy claro cuáles son los límites. Es una responsabilidad individual, y también de quienes leen lo que tú publicas. En mi caso, mi activismo me ha ayudado para cultivarme mejor y ser mejor periodista».
«En mi caso, mi activismo me ha ayudado para cultivarme mejor y ser mejor periodista»
¿Ha hecho Lydia Cacho demasiados sacrificios? ¿Merece la pena vivir amenazada? «Yo he hecho una serie de sacrificios que tienen que ver con mi pasión por mi trabajo... No merece la pena vivir amenazada, pero merece la pena seguir viva y no estar muerta, como muchos de mis amigos, por el trabajo que hacemos. Si no hiciéramos este periodismo, en México estaríamos mucho peor de lo que estamos –responde la autora de 'Cartas de amor y rebeldía'–. Los periodistas de mi generación, hace 35 años, empezamos a romper el cerco del control y la censura de la información. El periodismo cambió en México y se hizo verdaderamente peligroso para el poder. Por eso antes no mataban a los periodistas. Decidimos enfrentarnos al poder y por eso muchos están muertos y yo en el exilio».
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