Fernando Fernán-Gómez, cien años de un coloso de la cultura española
El actor, director y autor, que cultivó el cine, el teatro y la literatura, nació en Lima el 28 de agosto de 1921

El 28 de agosto de 1921, los periódicos hablaban con profusión de la guerra de Marruecos, eje de la actualidad, aunque había hueco, en las últimas páginas, para dar cuenta de la mejoría de la salud de Raquel Meller o el desmentido de ... Margarita Xirgu ante los rumores de su retirada. Aunque la gran noticia de aquel día no la dieron -no podían darla- los periódicos de la época. Ese día -mañana hará cien años- nacía en Lima Fernando Fernán-Gómez , uno de los grandes colosos de la cultura española: actor, director y autor, frecuentó el cine y el teatro, pero caminó con igual fortuna por los mundos de la novela o el ensayo, y probó también el camino de la poesía.
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«Recuerdo haber leído no sé dónde que no se debe escribir sobre su infancia, porque la infancia de todos los hombres es la misma. Efectivamente, yo nací, como todo el mundo, en Lima . Pero no me registraron allí, sino que, como a todos los hombres, me sacaron del Perú casi de contrabando, porque la compañía en que actuaba mi madre continuaba su gira, y fui inscrito después en Buenos Aires». Así relata el propio Fernán-Gómez en sus apasionantes memorias -'El tiempo amarillo', publicadas por primera vez en 1991 y, ampliadas, en 1998- el momento de su nacimiento. Su madre era la actriz Carola Fernán Gómez , y su padre el también actor Fernando Díaz de Mendoza y Guerrero ; aunque no fue hasta después de su muerte -lo desveló Rosana Torres- cuando se confirmó lo que se sospechaba y el propio Fernán-Gómez había insinuado en sus memorias.
Comparsa en el Pavón
Con apenas unos meses, su abuela materna trajo al niño a Madrid. Tenía tres años cuando pisó por primera vez un teatro para ver actuar a su madre. Antes de cumplir los 16 años, empezó a estudiar declamación con Carmen Seco , y en agosto de 1937, al cumplir los 16 años, se sacó su primer carné sindical. Entró de comparsa en el Teatro Pavón; la primera obra en la que intervino fue 'Consejo de guerra ' y su primer sueldo -entonces los actores cobraban por día- fueron cinco pesetas. Ascendió pronto al pasar a ser actor del Teatro Eslava . En su primera obra no fue capaz de decir ninguna de sus tres frases.

No era el teatro lo que a él le gustaba. El joven Fernando Fernán-Gómez quería hacer cine y parecerse a Spencer Tracy o Leslie Howard . No es extraño que muchos años después, en 1998, mientras presentaba en Madrid una versión del 'Tartufo', de Molière, recordara su adiós definitivo a las tablas. «Me retiré hace veintitrés o veinticuatro años -recordaba entonces-, cuando descubrí que lo que me molestaba era el público, sobre todo cuando había poco. No me gusta que me miren mientras trabajo. Yo notaba que no me gustaba, hasta que me di cuenta de que lo que verdaderamente no me gustaba eran los espectadores. Lo rematé durante una gira terrible en la que yo protagonizaba ' El alcalde de Zalamea '; hicimos funciones en una piscina, en plazas de toros. Un día la función estaba llena de niños de cinco años, otro día de niños más pequeños aún a los que traían sus padres... Así que decidí dejar de actuar en el escenario, y dedicarme al cine, a la televisión, a escribir obras o a adaptarlas, como en este caso».
Jardiel Poncela
Pero para este adiós quedaba todavía algún tiempo y siguió trabajando en el teatro, llegando a la Comedia, «donde el 'autor de la casa', como se decía entonces -recordaba en sus memorias-, era Enrique Jardiel Poncela , el hombre que más hizo por mí en mis comienzos». «A mi edad -escribió-, aún sin cumplir los diecinueve años, si hubiera tenido los pies en la tierra, nunca podía haber soñado en personajes como los que me confió; pero de una parte mi vocación, mi absoluta decisión de pasarme la vida viviendo las vidas de los otros, dejándome traspasar por sentimientos sin causa, y de otra, mi necesidad irreprimible, urgente de 'colocarme', de triunfar, de ser alguien, me elevaban muy por encima de la realidad».

El cine llamó a sus puertas en 1943. Cifesa -«aquello era como decir Hollywood para nosotros, los actorcitos españolitos que estábamos viniendo al mundo»- le quería en su película ' Cristina Guzmán ', que dirigiría Gonzalo Delgrás . Recibió por aquel trabajo «4.500 pesetas, un abrigo, un esmoquin y un traje gris a rayas».
Caía la primera ficha de un dominó de más de doscientas películas a lo largo de su vida. Tras varios títulos (entre ellos 'El destino se disculpa' y 'Domingo de carnaval'), con ' Botón de ancla ' (1948) «llegó la popularidad. Y poco después, cosa de magia, me ofrecieron el personaje de un militar juerguista y borracho, alegre, divertido, que se metía a cura y al final también se moría: ' Balarrasa ' (1951). Fue la consagración, dentro de lo que cabe», recordaba en 'El tiempo amarillo'.
Encerrar en estas líneas la vida artística y personal de Fernando Fernán-Gómez es tarea imposible. Entre las dos películas que citaba el propio actor y director hubo varios títulos. Y aquellos primeros años de andadura cinematográfica estuvieron acompañados por su boda, en 1948, con María Dolores Pradera, entonces una más que insigne actriz (con ella tendría a sus dos hijos, Helena y Fernando). Analía Gadé y, sobre todo, Emma Cohen , serían junto con la Pradera las mujeres más importantes de su vida.
Café Gijón
También por entonces empezó a frecuentar el Café Gijón y a formar parte de sus tertulias. «Había centrado mi vida de tal modo en el Gran Café de Gijón, que permanecer alejado de Madrid por algún tiempo, aunque fuera por imperiosos motivos de trabajo, se me antojaba imposible», escribió. En torno a los veladores se reunía con figuras como Camilo José Cela, José García Nieto, Manuel Alexandre, Eduardo Haro Tecglen, Regino Sáinz de la Maza ... Suya fue la idea de crear, en 1949, un premio de novela que llevaba el nombre del establecimiento. En la primera edición -Fernán-Gómez corrió personalmente con los gastos- fue César González-Ruano.
'Manicomio' fue el primer título que llevó su firma en el guion (una adaptación de textos de Edgar Allan Poe, Ramón Gómez de la Serna, Aleksandr Kuprin y Leonid Andreyev) y la dirección, que compartió junto a Luis María Delgado. Como guionista y director firmó más de una treintena de títulos de muy distinto género y estilo; lo mismo rodaba la adaptación de ' La venganza de Don Mendo ', de Pedro Muñoz Seca, que la extraña peripecia de un viejo profesor que se ofrece a uno de sus alumnos como esclavo -' Stico ' (1985), dirigida por Jaime de Armiñán-; o la turbia historia de la madre que, casi a imitación del doctor Frankenstein, planeó hasta el último detalle la vida de su hija, para después matarla al no cumplir sus expectativas -' Mi hija Hildegart ' (1977)-.
Pero si hacer una antología de la obra de Fernán-Gómez es una temeridad, casi todos los expertos coinciden en señalar como su obra maestra -en pugna con ' El extraño viaje ' (1964)- la nostálgica ' El viaje a ninguna parte ' (1986), una evocadora y agridulce narración sobre la vida de una compañía ambulante de cómicos durante la posguerra española; la historia la contó también en una deliciosa novela.
A pesar de su aversión a los escenarios, escribió doce obras teatrales. De ellas hay que destacar, sin duda, ' Las bicicletas son para el verano ', que ganó en 1977 el premio Lope de Vega que concede el Ayuntamiento de Madrid, y que tras su estreno en 1982 (en el teatro que ahora lleva su nombre), Fernán Gómez llevó después al cine.
El 21 de noviembre de 2007, moría en el Hospital Universitario La Paz, en Madrid, a causa de un cáncer de colon. Son muchos los homenajes que recuerdan estos días al coloso. El propio Teatro Fernán-Gómez abrirá su temporada con un montaje de 'El viaje a ninguna parte', que Ignacio del Moral adaptó al teatro; la Filmoteca Nacional iniciará mañana un ciclo presencial y online sobre su obra, que se titula 'Los 100 de Fernando Fernán Gómez'. RTVE le dedica igualmente un espacio, y hoy preestrena el documental ' Fernando Fernán-Gómez; el último gran conversador' ; y el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, entrega también hoy a la familia de Fernando Fernán-Gómez la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X , que custodiaba la Filmoteca.
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