«Le tengo manía»: qué significa cuando empiezas a encontrar defectos constantemente a alguien
Entiende y actúa cuando sientes que empiezas a tener manía a alguien
Nicole Vignola, neurocientífica: «El cerebro no sabe lo que es correcto o incorrecto, solo aprende con repeticiones»
La manía es una condición en la que una persona tiene un período de cambios extremos y anormalmente elevados en su estado de ánimo o emociones, nivel de energía o nivel de actividad.
Seguramente has escuchado alguna vez la frase de 'me tienen manía' o 'que manía le tengo' refiriéndonos a una persona en concreto. Tal como asegura la psicóloga Paloma Rey, la manía en sí es «una aversión irracional desproporcionada que sentimos hacia una persona y que no siempre se basa en razones objetivas».
Algunos factores que influyen en esta aversión son:
- Diferencias de personalidad: no sentimos compatibilidad o, incluso, nos desagrada la la forma de ser y actuar de la otra persona. Insisto, no siempre con una razón clara.
- Experiencias pasadas: es posible que hayamos tenido alguna experiencia pasada desagradable en la que se haya visto involucrada la otra persona.
- Envidia o celos: si percibimos que la otra persona tiene algo que nosotros deseamos, podemos llegar a rechazarla.
- Malas interpretaciones: un comentario o un gesto puede haber sido malentendido y dar el pistoletazo de salida para generar aversión por otra persona.
- Inseguridades propias: en ocasiones proyectamos en otros aspectos de nosotros mismos que no nos gustan.
- Factores inconscientes: algo en su forma de comunicarse, moverse o hablar nos genera incomodidad y no sabemos por qué.
- Influencia social: si el entorno tiene una opinión negativa de alguien, es posible que adoptemos esta visión sin cuestionarla.
¿Tengo manía a alguien?
Pero darnos cuenta de que le tenemos manía a alguien no siempre es fácil. A veces disfrazamos esa aversión y la hacemos pasar por otra cosa, como pensamientos de que esa persona es realmente problemática o desagradable. La psicóloga Paloma Rey indica que para saber si estamos cayendo en este sesgo podemos prestar atención a una serie de conductas y sensaciones:
- Todo lo que hace nos parece falso o molesto.
- Resentimos su presencia sin una razón clara.
- Nos alegramos cuando le va mal.
- Buscamos errores en su conducta o minimizamos sus logros.
- No podemos explicar de forma lógica por qué nos cae mal.
- Otras personas no ven en ella lo que nosotros vemos.
Si queremos dejar de tener manía a una persona, tenemos que ser conscientes de que vamos a tener que hacer un gran trabajo. Algunas de las cosas que podemos hacer son:
- Cuestiona tus pensamientos: ¿tengo pruebas de lo que pienso? ¿Realmente es tan molesto o estoy exagerando? Hay que poner en duda el prisma con el que evaluamos a esa persona.
- Reconocerla: aceptar que el sentimiento que tenemos es subjetivo y tratar de comprender de dónde viene.
- Reducir la exposición a influencias negativas: evitar hablar mal de la persona con otros alimentar la manía con quejas constantes.
- Buscar sus cualidades: intentar ver algo positivo en esa persona para equilibrar la percepción.
- Practicar la empatía: preguntarnos qué hay detrás de su comportamiento y si hay algo en común entre ambos.
- Exponerse de forma controlada: pasar tiempo con ella en momentos neutrales puede ayudar a cambiar la percepción.
- Aceptar la diferencia: no todos nos tienen que gustar, pero podemos aprender a convivir sin que nos afecte.
Si la manía persiste y genera un malestar claramente significativo, sería recomendable reflexión más a fondo o trabajar el tema con un profesional.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete