Periódico ABC SEVILLA 16-08-1978, portada

Merece la pena venir del fin del mundo, dejar todos los veraneos, para vivir en Sevilla la mañana de la Virgen de los Reyes. Y, si fuera posible, merecería la pena cabalgar sobre los levantes de la aurora para sorprender los grupos de caminantes que vienen desdé los Alcores, desde el Aljarafe, desde la campiña o la marisma, siguiendo una tradición de siete siglos, para ofrecerle a la Reina lágrimas, cansancio y sueño. La casa de Dios y de todos, la enorme catedral se hace pequeña para acoger tantas oraciones, tantas comuniones, tantas súplicas y saludos. Pero en algún rincón de esa casa de todos hay un lugar para reponer LA ESPERA Y LA EXPLOSIÓN fuerzas, tras la caminata, bajo la mirada complaciente de Dios: esperando a que suene el clarinazo de las ocho de la mañana, como soldados en un cuerpo de guardia. Nunca fue más hermosa la catedral ni más sagrados esos minutos de descanso. Luego, cuando Ella sale, no hay más que una sola alma alentando a miles de cuerpos, un mismo sol irisado en miles de pupilas con lágrimas, una misma fe en multitud de plegarias. Lo de ayer en Sevilla rebasó todos los moldes. Quizá se vaya perdiendo la intimidad, porque las olas crecen sin cesar; pero el mar de la fe tiene esas leyes. Nuestros mayores pueden estar orgullosos de su siembra,