Una mujer de Segovia y su hijo, primeras víctimas de la violencia doméstica en 2011

Entre la incredulidad, el estupor y un fuerte dolor fue despertando ayer la localidad segoviana de Torrecaballeros a la trágica realidad de la muerte violenta de tres de sus vecinos en lo que parece ser el primer caso de violencia doméstica de 2011. Según los datos iniciales de una investigación que continúa abierta, fue José Julio Z. M., de 52 años, quien acabó a tiros con la vida de su mujer, Ana S. V. de 49, y del hijo de ambos, Carlos Z. S., de 16 años, y se suicidó.

«Destrozados» y «conmocionados» por un suceso que no se aciertan a explicar y aún menos a comprender, los amigos del joven no podían reprimir las lágrimas en sus rostros descompuestos por una tragedia que conocieron en lo que iba a ser una mañana más en el IES Peñalara, en la cercana localidad de La Granja, donde Carlos también cursaba «con muy buenas notas» 1º de Bachillerato. Hacía días que no iba a clase, aunque el lunes «tenía fiebre». También las mujeres comenzaron a echar de menos a Ana, «muy integrada» en la vida y actividades de este turístico pueblo cercano a Segovia al que la familia llegó procedente de Madrid hace siete años. De hecho, contaba los días para el 5 de febrero, Santa Águeda, en la que iba a ser la Alcaldesa de esta tradicional fiesta. Pero nadie se podía imaginar el trágico desenlace, que ayer por la mañana se extendió como la pólvora por las conversaciones en tiendas, bares y calles y que vecinos, amigos y representantes políticos condenaron con cinco minutos de silencio ante el Ayuntamiento, que decretó dos días de luto oficial.

Según las primeras investigaciones, presuntamente José Julio cometió los crímenes en la noche del martes al miércoles, pero no fue hasta la madrugada del jueves cuando fueron hallados los cadáveres, cada uno en una estancia de la casa unifamiliar con gran parcela de la calle Segadores, después de que los familiares diesen alertasen a a las fuerzas de seguridad al no poder contactar con ellos.Sobre la 1.30 de la madrugada conseguían acceder a la vivienda, que ayer ya estaba precintada por la Guardia Civil. Tras los muros de piedra descubrieron el horror. Al parecer, a la espera de los datos de la investigación y de la autopsia, el padre mató a su mujer y a su hijo de un disparo en la cabeza con la escopeta de caza para la que tenía licencia mientras estaban durmiendo y después se quitó la vida con una carabina que también fue encontrada junto a su cadáver.

«No se veía al padre con pintas de hacer algo así», afirmaba entre lágrimas Esther, una de las amigas de Carlos, ese chico «muy responsable y estudioso» que llegó al colegio en 2º de Primaria y al que recordaban ayer mirando con sus empañados ojos las últimas fotos en el móvil. En su memoria, los juegos, los partidos, las salidas juntos y la peña de las fiestas en la que ya no volverá a estar.

Eso sí, algunos reconocían que José Julio, a quien era habitual verle corriendo con otro vecino, era «un poco raro», aunque eludieron hacer más comentarios. «No voy a echar más mierda. Era una familia de lo más normal» que al parecer no trabajaba o lo hacía desde casa en un negocio familiar de Madrid, apuntaba Amaia, madre de dos amigos de Carlos y quien conocía a Ana, que formaba parte del Ampa del instituto, donde las escenas de dolor se sucedieron.

«Nadie se imaginaba esto. Era gente muy normal. Siempre saludaban.Por eso ha impactado más», confesó Rosa, una vecina de urbanización «El Balagar», que lamentó «no haber escuchado nada porque igual podíamos haber hecho algo». Aunque la pareja estaba en trámites de separación, no había denuncias ni antecedentes por malos tratos.