Joseph Pérez: «Cataluña nunca ha tenido tanta autonomía como ahora»
El hispanista francés publica «Cisneros, el cardenal de España», donde ensalza la figura del sacerdote, que fue «un gran estadista» de su época

El cardenal Cisneros quizá no ha tenido entre nosotros el reconocimiento que merece. Para el historiador Joseph Pérez, quien acaba de publicar «Cisneros, el cardenal de España» (Taurus) , «los españoles del siglo XVI y XVII consideraban que el estadista por antonomasia era Fernando el Católico , y, según dicen, Felipe II lo admiraba tanto que, cuando pasaba ante su retrato, se descubría. Sin embargo, los franceses sitúan a Cisneros no ya por encima de Don Fernando, sino del cardenal Richelieu. Yo veo a Cisneros como el gran estadista de la época. ¿Qué quisieron hacer Richelieu, Luis XIV y después los jacobinos? Situar al Estado por encima de los partidos nobiliarios, abatir la soberbia de los grandes, gobernar para el bien común. Y esto lo hace Cisneros entre los siglos XV y XVI, manteniendo el orden y la justicia en el Reino, sin considerar, como hacían los Austria, el Trono como un patrimonio personal dinástico. Es paradójico que el historiador e hispanista Pierre Villar, cuando era estalinista, llegara a decir que el cardenal era un verdadero… ¡progresista!».
-Cisneros llega a la política muy mayor, a los 58 años, después de una gran «conversión».
-Este sacerdote ducho en Leyes que antes había dado muestras de habilidad para enriquecerse y aprovecharse, de la noche a la mañana renuncia a todo y se convierte en franciscano y no conventual, sino de observancia. Luego no tiene más remedio que entrar en política, a pesar suyo, cuando le nombran arzobispo de Toledo tras la muerte del cardenal Mendoza. Y lo hace con un sentido muy fuerte de lo que debe ser un político. Por encima de todo, la «res publica».
-Y además, muy competente en otros terrenos, como la economía y la fiscalidad.
-Introduce los encabezamientos, que era una cantidad determinada que se pactaba con los municipios. Era una forma más equitativa de fiscalidad que otros impuestos de la época y evitaba los abusos de los recaudadores. Luchó contra la corrupción y se preocupaba por el abastecimiento y la agricultura. Fue el primero en ver la necesidad de que el Estado interviniera. Aquí, se vendía la lana a Flandes, que la manufacturaba y vendía el producto a mucho mayor precio, y él dijo: «¡Ojo con esto!».
-También aconseja a Fernando el Católico que cree un ejército regular.
-En efecto, le recomienda que forme un cuerpo de ejército reducido pero potente al solo servicio del Rey. Eso fue lo que se llamó la Gente de Ordenanza. Y era un buen guerrero. Ahí está la expedición de Orán.
-Incluso, Madrid puede deberle la capitalidad de España.
-Primero aconseja al Rey Católico que no se quede en Castilla la Vieja, que es tierra de nobles y señoríos y que se vaya a Toledo. Y sí, por esa razón, además tenía el presentimiento de que la capital del Reino debía de ser Madrid, cosa que luego hará Felipe II.
-En cuanto a la parte religiosa, su relevancia no es menor que como estadista.
-Él es el heredero espiritual de Ramón Llull y de Savonarola. Para ellos, los estudios de las lenguas clásicas eran una propedéutica para profundizar en el conocimiento de la Biblia. Todo esto lo hace Cisneros en Alcalá, universidad que funda para educar al. No era un humanista, él abraza la espiritualidad, lo que se va a llamar la «contemplación», que tiene aspectos ortodoxos: el recogimiento, la mística; y otros sospechosos: las beatas, los dejados, los alumbrados, etc.
-Otro rasgo de gran modernidad: tampoco era un fanático.
-Cisneros inquisidor general nunca hubiera firmado el decreto de 1525 contra los alumbrados. Y recomienda los libros espirituales y de visionarios para uso vulgar del pueblo, libros que luego el inquisidor Valdés pondrá en el Índice.
-Hay quien dice que ciertos problemas territoriales de hoy bien podrían llevarnos a la España del siglo XV.
-Hombre, no, aquella era una España muy distinta, que estaba desgarrada y en guerra civil, aunque tenía grandes posibilidades económicas. Hoy ¿qué tenemos? El problema catalán, o el vasco, que hay que tratar con mucho cuidado. Yo creo que los catalanes se están exaltando mucho. No entiendo por qué Cataluña puede sentirse hoy discriminada. Nunca ha tenido tanta autonomía como ahora. En cuanto a la cuestión fiscal, el jacobino que hay en mí dice que el que paga es el contribuyente y no los territorios.
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